En las últimos dos décadas se ha masificado el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) en los procesos formativos y educativos que tienen lugar en la educación
superior. El objetivo del presente artículo es exponer, emulando los corolarios a los que llegan Sokal y Bricmont en el libro Las imposturas intelectuales, los sinsentidos de la educación superior en línea que contradicen los criterios de calidad de la educación posmoderna. Métodos: Lo anterior se realiza a través de un primer estudio exploratorio, sustentado en 12 entrevistas aplicadas a docentes y estudiantes de seis programas de educación superior en línea, en ciencias sociales, que se encontraban operando en México, año 2016, en los niveles de licenciatura, maestría y doctorado. Los resultados arrojan que, pese a las ventajas que ofrece la educación en línea, ésta tiene de origen porosidades en las que se anquilosa la calidad de la educación en pro de la certificación. Conclusiones: La virtualización de la educación constituye una alternativa democratizadora del conocimiento, pero no exenta de reproducir las problemáticas de la educación superior presencial. Los actores educativos tienen que responsabilizarse de lo que enseñan o aprenden en una real socialización del conocimiento y no en una simulación de la participación.
In the last two decades, the use of ICT has become widespread in the training and educational processes taking place in higher education. Objective: The aim of this article is to present the nonsense of online higher education that contradicts the quality criteria of postmodern education, by emulating the corollaries exposed by Sokal and Bricmont in the book Intellectual Impostures. Methodology: A first exploratory study was conducted, based on 12 interviews applied to professors and students from six online higher education programs in social sciences that were running in Mexico in 2016 as part of the bachelor's, master's and doctorate levels. The results show that, in spite of the advantages offered by online education, several primary flaws hinder the certification process as part of the quality of education. Conclusions: Virtual education represents an alternative to democratizing knowledge, but it is not exempt from reproducing the problems of face-to-face higher education. Educational actors have to take responsibility for what they teach or learn by really sharin knowledge and not by simulating participation.